“Así es como concibo la escultura: guiada únicamente por la propia experiencia creativa. El momento de crear ha de ser una experiencia tan íntima que uno se pierde en ella, se crea una tensión tal en el interior del artista que parece consumirse en el acto mismo. No hay comunicación, no hay mensaje, ni lenguaje, solo tensión, vibración a punto de explotar, de desintegrarse. El espectador, si entra en este juego, participará de esta tensión, sufrirá también él un desgarro íntimo y casi insoportable que le unirá a la creación misma.”
Cuaderno de París.